El serbio Novak Djokovic, máximo campeón del Abierto de Australia con 9 títulos, tocó más que nadie el cielo de Melbourne, la misma ciudad de la que este año salió deportado luego de una batalla legal contra el Gobierno del país oceánico.
Una exención médica, dos revocatorias de la visa, dos detenciones en un centro de inmigrantes ilegales, apelaciones y la definitiva deportación decidida por un Tribunal Federal articularon una novela que escaló hacia un conflicto diplomático.
El número 1 del mundo, que llegó a Australia con intenciones de batir el récord de títulos de Grand Slam, no pudo participar del Australian Open por no estar vacunado e incumplir las normas nacionales contra la Covid-19.